martes, 23 de febrero de 2016

Nuevos temores sobre la desaceleración del crecimiento / Cierre Bursátil: Tendencias(Gráficos) de Europa y Mercados Emergentes.

DOMINGO 21 DE FEBRERO DEL 2016
Si se creía que en el 2016 se regresaría a la “normalidad” en comportamiento de los mercados, estaríamos equivocados.

A finales del 2015 se pudo observar cierto consenso positivo sobre los pronósticos de crecimiento global: luego de un año complicado,
se iba a producir un rebote del crecimiento global liderado por los países desarrollados, y que también se observaría en cierto grupo de países emergentes.
En esta línea, en las proyecciones del FMI del 19 de enero del 2016 se estimó un crecimiento del PBI mundial de 3,4%, de los países desarrollados de 2,1% y de los países emergentes de 4,3%, donde América Latina crecería -0,3% (básicamente, arrastrada por caídas en Brasil y Venezuela), de modo que en todos los casos se registraron disminuciones del crecimiento respecto a las predicciones del 2015.

Sin embargo, la fuerte volatilidad e iliquidez mostrada por los activos riesgosos desde inicios de año, siguiendo la primera subida de las tasas de interés estadounidenses en 10 años en diciembre del 2015, ha replanteado el panorama económico futuro. De hecho, un crecimiento menor en Japón y en Europa parece algo inevitable a la fecha e incluso en EE.UU., que ha mostrado un respetable crecimiento en los últimos tres años, ya se están viendo signos de debilidad que podrían incluso en caso extremo producir una recesión en el futuro cercano, cortándole las alas a la FED para seguir subiendo tasas.

Confirmando este cambio de perspectivas, la OCDE acaba de publicar esta semana sus nuevas proyecciones, en las cuales señala que el 2016 no será un año de rebote global de crecimiento y proyecta que la economía global crecerá menos que el 2015 al estimar para el 2016 un crecimiento de un 3% anual (una disminución de -0,3% respecto a su estimación de crecimiento anterior).

Asimismo, plantea que EE.UU. crecerá 2%, la zona euro 1,5%, China 6,5% y Brasil -4%. Cifras que muestran reducciones con respecto a sus estimados anteriores, y el gigante latinoamericano es el más castigado (luego de conocerse esta semana que el 2015 la contracción del país carioca alcanzó -4,1% reflejando su peor crisis económica desde 1930 y en medio de otra rebaja de riesgo crediticio a BB por parte de Standard & Poor’s, lo que deja a sus bonos soberanos en condición de bonos “basura” o especulativos).

En este sentido, no solo los mercados emergentes podrían no rebotar o mantener su crecimiento actual, sino que las peores condiciones externas, incluidas caídas adicionales en términos de intercambio, problemas de hoja de balance en gran parte por un elevado endeudamiento y costos financieros mayores, podrían generar una desaceleración económica mayor.

En medio de todo el alboroto generado por estos cambios de sentimiento y correcciones de precios de acciones, bonos, commodities y monedas observadas en los últimos dos meses (a pesar de que esta semana pasada se registraron importantes rebotes de las acciones, especialmente en Europa), los reflectores de todo el planeta se centraron, en particular, sobre los anuncios de los bancos centrales de Japón, de la zona euro y de la FED estadounidense. Todos ellos reafirmaron lo que los mercados deseaban escuchar con mucha ansiedad: “Que utilizarán todas las herramientas necesarias disponibles para que las políticas monetarias sean procíclicas y se retome el crecimiento económico y la inflación” (para evitar a toda costa la recesión y el temido fantasma de la deflación).

Sin embargo, más allá de las facilidades adicionales para inyectar liquidez (anunciadas esta semana por el presidente del Banco Central Europeo-BCE a ser tomadas en marzo próximo y la seguridad de que apoyarán a los bancos europeos para despejar dudas sobre su solvencia), la medida más novedosa y que está generando arduo debate académico y fuerte volatilidad en los instrumentos vinculados al sector financiero (acciones, instrumentos de renta fija y derivados como los credit default swaps, interest rate swaps, etc.) es la cada vez más creciente cantidad de bancos centrales dispuestos a poner sus tasas de interés de referencia en terreno negativo.

El último que tomó esta medida fue Japón, que el pasado 29 de enero fijó su tasa de referencia en un nivel de -0,1%. Posteriormente, lo hizo Suecia en -0,5% (el 11 de febrero). Ambos siguiendo los pasos del Banco Central de Suiza, que a inicios del 2015 fijó su tasa de referencia en -1,25%. Ahora la pregunta que todos se hacen es si el BCE europeo hará lo mismo en marzo del 2016.

Las masivas intervenciones monetarias han mostrado relativo éxito fundamentalmente en EE.UU. y también en Europa para superar los estragos de la gran recesión del 2008-2009 y luego los problemas en el 2011-2012. Sin embargo, cada vez un mayor número de inversionistas (y economistas) se pregunta si estas políticas tienen límites, especialmente si se trata de tasas de interés nominales negativas.

Quizás el mayor riesgo de este escenario es el posible impacto sobre el multiplicador bancario (mecanismo de los bancos para, a través del crédito, generar una expansión de la masa monetaria e impulsar un crecimiento adicional de la actividad económica). En un contexto en que los bancos podrían no funcionar con normalidad por sus necesidades de capitalización, búsqueda de mejor gestión de riesgos crediticios y desconfianza de los inversionistas, es posible que las “tasas negativas de referencia” generen una reducción de la rentabilidad bancaria (justo cuando lo que se busca es tener una mayor capitalización promoviendo más utilidades para las entidades financieras).

Como consecuencia de este mayor costo, se generaría un incremento en el costo de dar créditos o desincentivos para tener más depósitos, lo que podría reducir el tamaño de los bancos y, por tanto, afectar negativamente el multiplicador bancario. Es decir, se podría generar un entorno contrario al que se buscaba inicialmente con la idea de que los bancos se vean forzados a prestar o incurrir en pérdidas por no hacerlo. Esta medida de tasas negativas específicamente busca aumentar la velocidad de circulación del dinero y, al aumentar el multiplicador bancario, tener una política monetaria más efectiva.

Sin embargo, los resultados recién se verán en los próximos meses a efectos de tener una idea más completa del éxito o no de esta decisión. Esto nos lleva a pensar que si en contextos de baja inflación los bancos centrales no deberían tener límites para evitar distorsionar los incentivos al normal comportamiento de los mercados financieros. Estas políticas poco convencionales posiblemente dejen de tener el efecto deseado y ello lleve a una mayor incredulidad de los mercados y, por tanto, a mayor volatilidad, mayor especulación en diferentes activos financieros y en algunos casos caída de la liquidez por las fluctuaciones bruscas de los flujos de capital a nivel global.

Si se estaba pensando que en el 2016 se podía regresar a la “normalidad” en lo que es política económica y comportamiento de los mercados, creo que estamos equivocados. Lo que estamos observando es que esta “nueva macroeconomía” global nos va a llevar por senderos no transitados en los mercados financieros. La volatilidad excesiva genera incertidumbre, lo que disminuye la inversión productiva e incentiva la inversión especulativa acompañada por la búsqueda de refugio (capital estacionado en cash por temor a pérdidas en activos riesgosos o inversiones productivas), todo lo cual podría contribuir a que las proyecciones económicas para este 2016 continúen a la baja. A estar preparados para un contexto que podría ser más adverso contra los mercados emergentes.

MELVIN ESCUDERO
CEO de El Dorado Investments y presidente CFA Society Perú
Fuente: El Comercio.

Tendencia del Mercado Europeo.


Fuente: Cierre Bursátil.

Tendencia de Mercados Emergentes
       
 Fuente: Cierre Bursátil.


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